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Reseña La tribu vertical (Borja Bauzá, 2024)
Una absurda historia de los hooligans, ultras y otros grupos radicales del fútbol español
Resumen
La tribu vertical es un ensayo que se lanza de cabeza a las cloacas del radicalismo futbolístico en las gradas españolas, desde la Transición hasta el desastre actual. Con un enfoque multidisciplinar (léase: juntando sociología, periodismo y un poco de ganas de meterse donde no le llaman), Borja Bauzá nos guía por este turbio universo de hooligans y ultras, esos seres que gritan fuerte.
No señor, el autor no solo se limita a contar la historia desde la distancia. Este valiente —o inconsciente, según cómo lo veas— pasó casi una década metido en estos grupos. ¿Investigación de campo? Más bien "mira, estoy en una pelea y me han metido una hostia". Y claro, después de tantas noches de cánticos, bengalas y, probablemente, cervezas, nos entrega esta obra que disecciona cómo una masa de personas logra unirse para apoyar a su equipo... y de paso liarla parda. Un fenómeno contemporáneo que demuestra que el caos organizado puede convertirse en todo un arte.
Palabras clave: hooligans, ultras, hostias, cervezas, fútbol
Introducción
Bauzá arma su crónica con una variedad de fuentes que harían emocionarse a cualquier rata de biblioteca... o de hemeroteca, en este caso. Este proceso incluye un extenuante buceo por periódicos nacionales e internacionales, porque, como sabemos, la prensa siempre ha padecido un extraño morbo por documentar cada pelea de bar que se convierte en un lío gordo. Además, se apoya en libros tanto generalistas como de esos que solo leen tres tipos en el mundo. Pero no se queda ahí, porque Bauzá también explora materiales más alternativos: fanzines, boletines y páginas web donde los ultras intercambian sabiduría y todo tipo de improperios.
Lo que realmente da chispa a esta investigación es la recolección de testimonios orales. Sí, porque nada dice "rigor académico" como entrevistar a periodistas valientes, académicos serios, funcionarios del Ministerio de Justicia y Policía Nacional... y, por supuesto, a los propios ultras, que aunque desconfiados no son precisamente tímidos a la hora de contar batallitas de abuelos. Esta red de contactos la consiguió gracias a su etapa como miembro de un grupo radical madridista, porque claro, para entender a los ultras, nada como ser uno de ellos. Este enfoque todoterreno permite captar todas las dimensiones del hooliganismo, desde la filosofía detrás del cántico de grada hasta la técnica de lanzar bengalas sin quemarte la ropa.
Disección del libro
La primera parte del libro se centra en el momento en que el circo del hooliganismo decidió plantarse en la península. ¿Una fecha exacta? Complicado, porque los antecedentes durante el segundo franquismo ya apuntaban maneras, pero Bauzá se la juega y marca como punto de partida el Mundial de Fútbol de 1982. Fue entonces cuando hordas de hooligans británicos y ultras italianos llegaron como turistas... aunque su idea de "turismo" estaba más relacionado con el intercambio de botellas.
En los años 80, los bajos fondos de los estadios se convirtieron en un crisol de lo peor y lo mejor de la sociedad: desde idealistas políticos hasta tipos que solo querían proferir insultos con creatividad. Así nacieron comunidades donde el amor por el club iba de la mano con el tribalismo y, a veces, con unas ganas insanas de componer ensaladas de puñetazos. La fiesta había comenzado.
La segunda parte del libro pone el foco en los skinheads, que irrumpieron en las gradas como un elefante en cacharrería. Trajeron consigo un aumento de la violencia y unas cuantas agresiones que empezaron a preocupar incluso a quienes antes miraban para otro lado. En este escenario, el asesinato de Frédéric Rouquier por parte de Boixos Nois fue el golpe de realidad que obligó a la Administración Pública a mover ficha. Eso sí, mientras la Policía se organizaba, algunos presidentes de clubes hacían migas con los ultras en relaciones de esas que podríamos llamar "amistades peligrosas", pero que en realidad eran más bien "negocios entre compadres".
El tercer capítulo se adentra en los años 90, cuando al Estado se le acaba la paciencia y crea la Comisión Antiviolencia. Pero claro, reprimir a unos tipos que llevan años practicando el caos no iba a ser tarea fácil. Para entonces, los skinheads iban perdiendo protagonismo en favor de los casuals, una versión más estilosa pero igual de problemática. Los casuals, con sus polos caros y sus ganas de bronca, llevaron la guerra fuera de los estadios: la calle se convirtió en el nuevo campo de batalla, y las fuerzas del orden tuvieron que ponerse las pilas para pararles los pies.
La última parte del libro muestra cómo los tiempos han cambiado... pero no tanto. Ahora la tecnología permite que la Policía juegue al gato y al ratón con los ultras, mientras los clubes colaboran (cuando no están ocupados negándolo todo). Operaciones policiales, sanciones y detenciones han hecho que muchos grupos desaparezcan o se reinventen. Algunos incluso han colgado las botas de aceror para dedicarse a animar pacíficamente o criticar el fútbol como negocio moderno. ¡Progreso! Bueno, más o menos. Porque, aunque ahora los ultras organicen sus broncas vía redes sociales y en lugares discretos, las peleas siguen estando en el menú del día. La violencia no se va... solo encuentra nuevas formas de producirse.
Conclusiones
Sin caer en el sensacionalismo barato o las exageraciones dignas de un tabloide, Bauzá se las arregla para construir una narrativa que combina datos duros, anécdotas jugosas y testimonios que huelen a verdad y a birra. A través de esta mezcla, donde la historia oral brilla con luz propia, el autor logra algo curioso: captar la atención no solo de los estudiosos de las tribus urbanas, sino también de cualquiera que tenga un morboso interés en entender por qué alguien se tatúa el escudo de su equipo en el pecho.
Bauzá se sale del molde de los aburridos textos académicos. Aquí no hay frases largas llenas de "en virtud de" o "según lo estipulado". En su lugar, el autor emplea jerga callejera, un poco de lenguaje malsonante y mucho sentido del humor (negro). Esto lo aleja de la solemnidad de otras obras, como Diario de un skin (Salas, 2003) o Ultras: Los radicales del fútbol español (Viñas, 2023). Y aunque su estilo parezca más apto para una charla en un antro que para un aula, el relato esconde reflexiones afiladas sobre los cambios sociales que han sacudido España en los últimos 50 años. Sí, detrás de las bengalas y los cánticos se esconden cosas importantes.
Con una habilidad desdeñable, Bauzá toma lo que muchos considerarían un fenómeno marginal y lo convierte en un espejo donde se reflejan las dinámicas sociales más profundas del país. Así, su texto trasciende las gradas y las peleas callejeras para ofrecer una panorámica sobre la evolución de España misma. A medio siglo del surgimiento de estos colectivos, Bauzá firma una obra ágil, panorámica y rigurosa que, apoyada en un corpus documental digno de un detective obsesivo, disecciona la evolución de los ultras y hooligans desde los años 80 hasta hoy. ¿Una historia de fútbol? Sí, pero también una radiografía de una sociedad que a veces se parece demasiado a una grada.
Bibliografía
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